viernes, 13 de septiembre de 2013

Capítulo 6.

-¡Hey espera!-oí detrás mia justo antes de subirme a mi vespa. Me giré y había una chica alta y morena. Tenía los ojos pardos preciosos. Me fijé en su ropa. Llevaba un vestido que le llegaba por la rodilla blanco. Sin duda era de marca.-¿Es tuya?-dijo sonriendo y señalando hacia la moto.

-Si, lo que tiene un rasguño...

-Yo también tengo una vespa.-dijo sonriendo.-Lo que no la traigo por que mis padres no me dejan.

-¿No te dejan conducir tu moto?

-Si, pero cuando no me vea nadie. Tienen miedo a que por mi culpa queden mal. Me obligan a vestir asi y relacionarme con gente.. ya sabes pija.-dijo riendo y yo hice lo mismo. Por fin alguien que me entendia.

-Tranquila, yo también detesto a la gente asi. Y por suerte puedo hacer lo que quiera.

-¡No sabes cuanto te envidio! Daria lo que fuera por venir en vaqueros, tennis y con mi moto.-dijo sonriendo.- Me llamo Leslie pero me puedes llamar Les.

-Yo Abbilene y me puedes llamar Abbi.-dije sonriendo.-¿Por donde vives?

-Por el parque de atracciones.

-¿Eso esta cerca del Hyde Park?-dije y ella rió.

-Se nota que eres nueva, si no esta muy lejos. Un día podemos quedar y asi 
conoces Londres a fondo.

-Me encantaría, estoy muy perdida.-dije riendo.

-Genial, nos vemos mañana.-dijo y me monté en mi moto.

-Abbi.

-¿Si?-dije girando la cabeza.

-Me alegro de que haya llegado alguien como tú aquí. Ya no volveré a estar sola, gracias.-dijo sonriendo.

-Denada.-le contesté yo no sabiendo muy bien lo que decir y me fui. Cuando 
llegué a casa me quedé blanca. Tyler estaba haciendo el desayuno y  olía muy bien. Se giró y me sonrió, como si nada.

-Estoy preparando tortitas con mermelada, tu madre dijo que eran tus favoritas.-dijo sirviendo dos en la mesa.

Tenia ganas de preguntarle a que venia todo esto. Tal vez no recordara nada de ayer o simplemente no quiera recordarlo. Estaba muy confusa, solo quería pedirle explicaciones pero en vez de eso me sente educadamente, deje mi mochila en el suelo y emepece a comerme una tortita que estaba deliciosa. Si se arrepentía de haber echo lo de ayer yo podía perdonarle. Tal vez es lo mejor que podría haber echo, olvidar y seguir a delante.

Me desperté pronto y esta vez me vestí con algo más elegante. Cogí un traje blanco de encaje que me había regalado mi madre por mi cumpleaños del año pasado y le puse un cinturón fino marrón. Cogí unas sandalias blanca y esta vez me deje el pelo suelto y me recogí el fleco en un tupe sencillo. 

Me colgué la mochila y cogí la moto.

Llegué demasiado pronto así que cuando entre en clase solo habian tres personas. No sabía lo que iba a ocurrir hoy pero tenía miedo y no sabía por qué.

-Eh, ¿puedo sentarme contigo?-me preguntó Leslie y di un respingo. Llevaba una falta vaquera con una camisa de tiros verde muy mona.

-Claro.-dije quitando mi mochila del asiento.

-¿Qué hiciste ayer?-me pregunto emocionada sacando sus libros.

-Nada en especial, me aburro mucho aquí.

-Hoy no te aburriras, he quedado con dos amigas en el parque de atracciones y luego va a haber una fiesta privada, solo iran los del instituto. Tienes que venir si o si.

-No se, es que yo no soy de fiestas y además no conozco a nadie.-dije sonando convincente.

-Pues ya conoceras hoy. Yo me pongo con un grupo de gente, la demás no vale la pena. Lo pasaremos genial.-dije sonriendo emocionada y yo no pude evitar reirme.

Entonces oi unos suspiros de dos chicas que estaban al lado. Tenian la mirada fija en la puerta y Les y yo hicimos lo mismo. Era el chico rubio del accidente. Seguro que todas las chicas de la clase estaban locas por el. No me parecía raro, en absoluto, era normal con lo guapo que es. Él paso como si nada al lado de las chicas, como si no le estuvieran mirando a el y se fijo en mi. Sonrio dulcemente y pasó de largo para sentarse en una mesa del fondo. Senti como se me subían los colores y me tape las mejillas con las dos manos. Las chicas de la mesa de al lado me miraban atónitas y Leslie también.

-¿Soy yo o Niall Horan te acaba de sonreir?-me dijo gritando.

-¿Se llama Niall?-dije yo interesada.

-¡Pues claro! ¡Como para no saber como se llama!-dijo sonriendo ironica y al ver que no me estaba enterando de nada su expresión cambio. Ahora tenia la boca abierta, sorprendida.- ¡No me digas que no sabias quien era!

-Bueno, me suena un monton…-dije intentando no parecer estúpida.

-Abbi, te acaba de sonreir un miembro de la banda del momento, ¡one direction!-dijo cogiéndome de los hombros y sacudiéndome.

jueves, 22 de agosto de 2013

Capítulo 5.

Cuando desperté estaba acostada sobre algo blando. Abrí los ojos y me di cuenta que era un coche. Olía a ambientador de frutas del bosque. Giré la cabeza hacia fuera y vi a un chico rubio marcando un número en el móvil. Era la ambulancia, sin duda. Me llevé la mano a la cabeza y la sangre empezó a gotearme por toda la cara. Me apoyé en la puerta y me levanté como pude. Rapidamente le quité el móvil al chico y colgué el teléfono. El se giró de inmediato y me miró fijamente. Tenía los ojos celestes, como vi vespa. Su cabello rubio estaba de punta aunque un poco despeluzado. Era un poco mas alto que yo y no muy moreno. Aunque le veía borroso y no muy nítido debido a la oscuridad, su rostro me era muy conocido y no cabía duda que era muy guapo.

-¿Qué pasa?-dijo y su aroma llegó hasta mi nariz. Olía a almendras y canela. Su voz era suave y un poco ronca.


-No llames a nadie porfavor.-le dije llevándome la mano a la cabeza y presionándola sobre la herida debido al dolor.

-¿Pero tu te has visto? Deberian curarte esa herida, y además iba a llamar a unos técnicos para que lleven tu vespa a casa.-dijo como si me hubieran atropellado. ¿Tan mal estaba?

-Solo es un rasguño de nada y mi vespa está perfecta-dije no muy segura.- En serio no te preocupes por mi, ahora voy a curarme.-él bajó los brazos rendido y resopló echándome otra vez su agradable aliento en mi cara.

-Pero prométeme que iras al hospital y que tendras cuidado.-dijo como si de verdad le importase. Me quedé impresionada durante unos segundos.

-Te lo prometo.-dije subiéndome a mi vespa y metiendo primera marcha.- Lo siento por lo del accidente…

-Tranquila, mi coche esta perfecto.-dijo en voz alta debido al motor de mi moto.-Cuidate.

Arranqué y me dirigí al hospital mas cercano. No se porque pero le estaba haciendo caso a aquel desconocido. No se si fue por que me transmitía confianza o por si no sabía ya ni lo que hacer. En el hospital me atendieron genial y al final no resultó un simple rasguño, el accidente me costo ocho puntos en el lado derecho de mi frente. Lo que me faltaba para mi primer día de universidad. Cogí de nuevo mi moto y me dirigí a casa, intentando no pensar en lo que haría si Tyler aun estuviera despierto o en lo que haría si Tyler estuviera acostado en nuestra cama. No quería pensar en nada, simplemente enfrentarme a lo que tuviera que pasar. Al abrir la puerta y ver la luz apagada me quité un peso de encima. Dejé las llaves y la cazadora en el recibidor y subí las escaleras de puntillas. Cuando encendí la luz de la habitación me quedé impresionada. No estaba ahí. La cama estaba perfectamente echa, como la habíamos dejado por la mañana. Su ropa tampoco estaba ahí pero se le había quedado todo lo del baño. Y por eso supuse que se había ido al cuarto que estaba al lado. Era mucho mas pequeño aunque muy acogedor. Tal vez se habría fugado de casa. Aunque me daba igual. Me quité los zapatos y la ropa, me puse una camisa de tiros y me acosté a dormir, pensando en lo que me esperaría mañana en la universidad.

Me desperté y me pegué una ducha rápida. Bajé corriendo las escaleras y me hice un café. No solía tomarlo, pero según mi madre era muy bueno para liberar tensiones y despejarse un poco. Me lo tomé todo de un sorbo y subí a mi habitación.  Abrí el armario y cojí un camiseta de seda con manga larga negra, unos vaqueros y unas vans negras y grises. Me hice una trenza como solia hacerme siempre, de espiga. Cojí la orquilla negra que me regaló mi madre y me la puse para sujetarme en fleco hacia un lado. Solo la usaba cuando estaba nerviosa o cuando tenia miedo. Cogí mi mochila de cuero pequeña con una libreta y un estuche y salí de casa. 


Ayer ni si quiera le eche un vistazo a la vespa. Tenía un rasguño  en la parte trasera y la matriculas estaba abollada. Tal vez debería haber dejado que aquel chico llamase a los técnicos. Metí segunda marcha y me dirigí a la universidad. El edificio era mas bonito que en el folleto. Tendría unos cuatro o cinco pisos y una cúpula bastante curiosa en la punta. Estaba rodeado de jardines y fuentes. Tenía una cafetería que parecía un restaurante y a la derecha el aparcamiento. Dejé mi vespa y guardé el casco. Todos eran coches y la mayoría muy caros. Se me había olvidado por completo que era una universidad privada. Y yo he venido en vaqueros. Iba a ser el hazmereír de todas las pijas de la universidad Lancaster. Me miré en el espejo retrovisor de la moto. Estaba un poco despeluzada y no tenía nada de maquillaje. Me acomodé el pelo y saque un brillo de labio y rímel del porta-bulto. Estaban sin estrenar. Mi madre me las había dado por si tenia alguna urgencia. Me puse ambas cosas y las guardé en la mochila. Supuestamente mi clase estaba al fondo a la izquierda. Cuando abrí la puerta todos las miradas se clavaron en mi. La clase era grande y luminosa, con grandes ventanales. Tenia pupitres modernos con un portátil cada uno. Miré al suelo cohibida. No quería mirar a ninguno de mis compañeros. Ya sabía como eran todos.

-¡Oh! Tú debes de ser Abbilene. ¿No es así?-dijo la profesora. Era bastante anciana y me recordaba a la reina de Inglaterra por la ropa.

-Sí..-dije sonriendo torpemente.

-Genial, yo soy la sñrt. Primrose y sere tu tutora el resto del año. En el fondo hay un sitio libre.

-Gracias.-dije mientras avanzaba. Yo tenía la mirada clavada en el suelo. Me daba miedo girar la cabeza y encontrarme todos esos ojos encima de mí o peor aun a gente riéndose de mi.
Por suerte el sitio libre estaba vacio. Dejé mi mochila debajo del pupitre y atendí a la clase. Bueno, en verdad no me enteré de nada. Seguramente estaría hablando de cada asignatura, de las actividades de la universidad, de los cambios de horas… Pero a mi me daba igual. Yo no podía dejar de pensar en lo que había pasado ayer con Tyler y como iba a afectar todo esto a nuestra relación. Tal vez se empiece a quedar en la otra habitación o incluso se mude. Sería lo mejor. Solo llevamos una semana viviendo juntos y ya no puedo más.

-Nos vemos después del desayuno. Por cierto, les aconsejo traerse comida de casa por que a veces hay colas gigantes. ¡Buen provecho!

Me colgué la mochila y salí corriendo del aula. Primero fui a recepción para que me dieran la llave de mi taquilla. Tuve que probar en todas, por que el número de la llave estaba medio borrado. Al final me tocó la última. Perfecta para mi, apartada de los demás. La abrí y guardé todas las cosas que había repartido la tutora. No me enteré de que eran pero yo lo solté todo ahí. Cerré la taquilla y me giré. No pude apenas dar un paso, me había estampado con la puerta de la taquilla de al lado que estaba abierta. Caí al suelo torpemente y mi mochila también. Bueno, al menos no me había dado en los puntos.

-Mierda, lo siento.-dijo un chico con voz suave y ronca.

-No importa.-dije riéndome.- Suelo darme muchos golpes.-dije levantándome de golpe antes de que el se agachara para ayudarme. Me incorporé tan rápido que quede a pocos centímetros de su cara. Era él. El chico rubio del accidente. Si ayer era guapo, cuando estaba llorando y lo veía borroso y oscuro ¡hoy era hermoso! Era perfecto, el chico mas guapo de Londres que había visto. Me aparté rápidamente y sentí como los colores su subían por mis mejillas. El soltó una pequeña carcajada y sonrio. Menuda sonrisa…

-Tu y yo nos conocemos.

-Pero que dices.-dije colgándome la mochila.

-Si tu eres la chica del accidente de ayer.-dijo mirándome la herida. Enseguida se puso serio.-Dios, no creía que era tan grave. ¿Estas mejor?-dijo precoupado. ¿Cómo podía preocuparse de mi si solo habíamos estado juntos un par de minutos?

-Esto me lo hice hace unos días y no es nada. Te estas confundiendo chaval.-dije y reí torpemente. ¿Por qué me tenía que poner nerviosa justo ahora?

-No me confundo, creeme. A pesar de ser de noche recuerdo tu cara perfectamente. Llevabas el pelo suelto y antes del accidente habias llorado. Tenias los ojos hinchados y la camiseta mojada. Y tu vespa azul tiene un rasguño en la parte trasera y una abolladura en  la matricula. ¿Me equivoco?-dijo sonriendo. Me quede en blanco y sentí como mis mejillas se ruborizaban de nuevo. ¡Que me estaba pasando, yo nunca hacia eso!

-¡Pues si te equivocas! Yo no tengo ninguna vespa, eso es de gente normal y nunca lloro. La próxima vez infórmate mejor.-¿Pero como podía haber dicho eso? ¿De verdad quería fingir que era la típica niña pija? Le miré y aun seguía sonriendo. Resoplé y seguí caminando.

-Como quieras. Nos vemos mañana en clase, Abbilene.-dijo riendo y a la vez gritando.


¡Ensima tenía que estar en mi clase! Cerré los ojos y me apresuré a entrar en la cafetería. En las siguientes dos clases no estaba él. No coincidia conmigo, pero igualmente lo iba a ver todos los días debido a que estaba en mi tutoria. No se si me alegraba o si me preocupaba el echo de verlo todos los días. Tal vez incluso nos hagamos amigos, pero yo no estoy segura de si quiero amigos o no. Parecía majo, y diferente. No vestía con ropa de marca ni hablaba con acento y palabras estúpidas. Era más bien como yo, o eso parecía..

jueves, 1 de agosto de 2013

Capítulo 4.

La casa era preciosa, estaba situada al lado del Hyde Park. Era la típica casa terrera blanca con tejas rojizas. Era de dos pisos y con jardín y una pequeña piscina. Al menos era bonita… Cuando llegamos ya era de noche, asi que fui al baño y me puse un pijama largo.

-Abbi, te he apuntado a una universidad por aquí cerca. Es muy bonita, mira el folleto.

En la portada se veía un edificio grande con jardines alrededor pero no parecía una universidad, era demasiado pequeño.

-Es una universidad privada. Solo hay tres clases con 25 alumnos cada una. Se que va a costar adaptarte y quería que estuvieras mas comoda.

-Gracias, es un detalle por tu parte.-dije sonriendo.

La verdad es que se lo agradecía, y mucho. Asi no tendría que escabullirme a menudo e incluso podría hacer alguna que otra amiga. Apagué la luz y me metí en la cama, tapándome con la manta hasta el cuello. Me arrimé al borde lo mas que pude, evitando cualquier contacto. Pasaron unos segundos hasta que resopló y dijo:

-Buenas noches, que descanses.

-Tu también.-dije en tono apagado.

Me desperté una hora antes que el despertador, y me vestí con lo primero que cogí. No quería desayunar con él, seria muy incomodo. Asi que decidi salir a conocer un poco Londres y comprar algo. Estaba lleno de tiendas y cafeterías. La gente hablaba mucho de Starbucks pero yo prefiero sitios apenas conocidos, que pasan desapercibidos entre los demás. Entré en un callejón lleno de grafitis de lugares de Londres y a los lados habían portales y una pequeña cafetería llamada Flat White. Era el sitio perfecto. Entré y solo habían dos o tres personas. Pedi un batido de fresa y un cupcake de chocolate. Me lo comí lentamente, pensando en lo que haría cuando llegara a mi casa. A nuestra casa. Pagué y Sali del recinto con la cartera en la mano. Cuando llegué a casa me esperaba en el sillón con los brazos cruzados.

-¿Dónde estabas?

-Fui a tomar el aire y conocer un poco las calles.-dije cerrando la puerta.

-Ah, si quieres desayunamos ahora, he preparado un desayuno británico.-dijo sonriendo y levantándose.

-No gracias.-dije apurada.- Es que me he levantado con fatiga y es mejor que no coma nada hasta al almuerzo. Pero muchas gracias..-dije sonriendo y subiendo las escaleras hasta llegar a la habitación y coger el móvil para llamar  a mi madre. Estuvimos hablando hasta el amuerzo. Me contaba que me echaba de menos y que mañana por la mañana tendría mi moto delante de casa. Tenia tantas ganas de montarme en mi vespa celeste…

La primera semana en Londres fue muy aburrida. Todas las mañanas me levantaba temprano y me iba corriendo a dar una vuelta. A veces llegaba tarde pero por ahora Tyler no me decía nada. Me extrañaba que no me propusiera de ir a conocer Londres con él por que estaba muy entusiasmado cuando me conto lo del viaje. Pero me alegraba de ello. Tal vez estuviera arrepintiéndose y me pidiera el divorcio. Aunque es muy dificl, el y su padre están muy unidos y nunca le traicionaría así. El domingo llegué por la noche, sobre las 12 y cuarto. Abrí la puerta y estaba la lamparilla de la mesa del salón encendida. Se podía ver el brazo de Tyler debajo de ella.

-Hola.-dije yo dirigiéndome hacia la escalera.

-¿Dónde estabas?-lo dijo tan serio que pegué un respingo y me detuve. Nunca le había oído hablar asi. ¿Estaria enfadado?

-Fui a dar una vuelta por el parque..

-Ah, mañana podríamos ir al parque de atracciones, dicen que el London Eye es precioso.

-No, gracias es que mañana empieza la uni y quiero repasar y eso.-dije intentanto sonar despreocupada.

-¿Qué pasa Abbilene?-dijo levantándose y clavándome la mirada.-¿Te doy miedo, asco o que?

-No es eso.-dije bajando la mirada.

-¿Y entonces?

-Necesito adaptarme. Es que aquí no tengo a mi madre y me siento rara. ¿Entiendes?

-¿Y cuando me vas a querer?-dijo serio. ¿Pero como me iba a preguntar eso? Yo creía que el entendia como me sentía.

-Eso no va a pasar, yo no te voy a querer asi por que asi.

-Pero eres mi esposa, y tienes que quererme.

-Pues yo no lo veo desde ese punto de vista. Yo nunca te he querido, Tyler. Y no creo que algún dia lo haga. -le dije tragando saliva sonoramente. Entonces le salio una carcajada torpe como la de su padre. ¿Qué le pasaba? ¿Habia bebido algo o es asi como se comporta cuando se enfada? Se acercó rápidamente y me cojio fuerte de los dos brazos. Yo intente no alterarme.

-Tu tienes que quererme. ¡Para eso eres mi esposa! No lo hagas mas difícil, joder.
Cada vez me agarraba mas fuerte y yo no podía más. No se si fue por la impotencia, por el dolor o por que simplemente no le quería pero empezaron a caerme un par de lagrimas.

-¡Yo nunca te voy a querer entiendes! Nadie hara que eso surja y ahora se lo que siento por ti. Asco.-le dije intentando que no se notara que estaba llorando.- ¡Te odio y me das asco! Eres igual que mi padre y que el tuyo. Es una pena, yo pensaba que eras diferente.

Me solté bruscamente de sus brazos y salí corriendo por la puerta. Cogí las llaves, encendí la moto y me subí. No se que hora era, pero no había ni un alma en la calle. O eso creía yo por que ya no era consiente de lo que veía con las lagrimas en los ojos. Meti cuarta y eche a correr. El viento me daba en la cara hasta que me dolía. Pero ya me daba igual. ¡Me daba igual todo! Mi vida no podía ir peor, o eso creía yo.



-¡CUIDADO!-Oí a mi derecha y giré la cabeza. Solo pude ver un foco que me cegó por completo. Después de eso solo oí el choque de mi moto contra el suelo y el impacto de mi cabeza contra la acera.

Capítulo 3.

Los rayos del sol se introducían por el cristal y llegaban a parar a mi cara. ¡Como odiaba eso!

-Levantate, Tyler va a buscarte en menos de una hora.-mi padre me arrancaba las sabanas, dejando al aire libre con la ventana abierta. Se me erizó la piel como a la de un pollo.

-Ya voy.-dije levantando el edredón para volver a taparme después de asegurarme que se había marchado.

Hoy Tyler me venía a buscar en su coche para ir a una comida familiar que hacen todos los años. Y claro, tenia que ser un dia después de la boda. Solo querían cotillear y enterarse de como fue todo, ninguno iba a reencontrarse con la familia. Estaban mas pendientes de la exelente comida que de sus invitados. Me puse un traje verde sencillo y unas bailarinas blancas. Miré por la ventana y ya esta él esperándome, con sus gafas de sol y su coche pijo. Como lo odiaba…

Nada mas llegar la gente me bombardeó con felicitaciones de casadas y alguna que otra pregunta. Todas las mujeres con el pelo planchado, las joyas bien grandes y los trajes de terciopelo que le llegaban hasta el culo me preguntaban lo mismo con la típica risa falsa: ¿Qué tal la noche de bodas?  Y a mi no me quedaba mas remedio que responder con una sonrisa peor que la suya y decir: bien, bien. Como odiaba este tipo de mujeres , como odiaba ese tipo de fiestas y como le odiaba a el. Se que no tiene culpa, pero igualmente le odio, le odio por quererme.

Los siguientes días fueron mejores. Me escaqueaba siempre que podía de Tyler con las excusas de estar resfriada, de que me he hecho una lesión, de que tengo que preparar unos apuntes para la universidad o que mi madre esta costipada y tengo que cuidar de ellas. Todas las veces funcionó, el me respondía que no pasaba nada que quedaríamos otro dia y que me recuperase, o mi madre. Siempre me respondía con el mismo tono de voz. Estaba convencida de que el sabía que eran mentiras, pero me daba miedo comprobarlo y más admitirlo.

Todo iba genial dentro de lo que cabe hasta que un día viene a mi casa con una sonrisa de oreja a oreja. Yo me siento por si lo que me va a decir me sienta mal. Y así es. Gracias al sillón no me estampo contra el suelo.

-¿No es genial? Londres es el mejor sitio para vivir.-decía casi gritando.

Mi padre nos daba enhorabuenas y mi madre solo sonreía. Yo me quería morir. ¿Mudarme a Londres? ¿Ahora? ¿Con este hombre? Era la peor noticia que me podían haber dado. ¡Que hago yo en Londres a solas con Tyler! Solo de pensarlo me entraban remordimientos.

-Que... bien. -dije con la voz ahogada y sonriendo.

-¡Ya veras! Allí podras ir a escuelas de mucho nivel y yo tendré un trabajo maravilloso. La casa es preciosa, te encantará. En la azotea tiene una…

Y seguía hablando del viaje. ¡Yo solo quería cerrarle la boca! Esa noche fue la que mas lloré. Solo temblaba al pensar que iba a estar lejos de todo, de mi vida. Si aquí la vida me era difícil, allí no podía ni imaginarlo. Me daba una mañana entera para hacer la maleta. Ni siquiera pregunto si quería mas tiempo o no quería ir. 

-Allí no parecerá tan malo.

-¡Pero que dices mama! Aquí es horrible y allí no tengo nada. No te tengo a ti.-dije llorando y ella se contuvo para no hacerlo. Era la madre y se suponía que tenia que ser fuerte pero desde pequeña la suelo consolar yo a ella.

-Harás amigas y amigos.

-Esa si que es buena. Nunca he tenido amigos.

-Pues ya va siendo hora de que lo hagas. Iras a una universidad publica y no tendras problemas con la gente. Todo irá mejor pequeña.- dijo metiendo unas camisas en la maleta.- Vamos, estará por llegar.

Cogimos las maletas y salimos del portal.
Tyler no paraba de hablar de lo que haríamos entusiasmado pero yo no le podía oir. Estaba demasiado ocupada pensando en que haría sin mi madre en Londres. Y a saber lo que haría con Tyler..

-No te veo muy emocionada..-dijo apenado.

-Estoy emocionada.-dije sonriendo.- Lo que pasa es que nunca me he separado de mis padres y me da pena.

-Tranquila, yo estare contigo.-dijo cogiéndome la mano.



¡Como podía decirme eso! Como si no supiera que me sentía incomoda y para colmo me coge la mano. Respiré ondo y giré la cabeza hacia la ventana. Intentando no pensar en nada y a la vez pensando en todo. Nunca mas volvería a ser feliz, o eso creía yo.

Capítulo 2.

Así era Tyler de pequeño, malvado y avaricioso. Despues de ese encuentro, seguimos jugando juntos en todas las fiestas. En cada una hacíamos una gamberrada diferente, y nunca llegaron a pillarnos. Entonces de repente un día desapareció, él y su padre. Harta de esperarle todos los encuentros le pregunte a mi padre si le había ocurrido algo pero simplemente se había mudado a otro país. Años después, hace pocas semanas volvieron con una nueva y gran noticia: iba a ser mi esposo. Cuando lo oí creía que seguía siendo el mismo gamberro que de pequeño, pero era verdad. Me pase días y días llorando, llorando por que no le quería.

Aparté lo más rápido posible la mirada y la fijé en el suelo. Solo podía respirar, cerrar los ojos, abrirlos y sonreir. Era lo mejor para la familia. Era lo mejor para ella. Yo sabía que aunque se pusiera de parte de papá ella me entendía y sentía mi dolor y pena. Lo sé por que también lloraba por las noches.

-Estamos aquí reunidos para unir en santo matrimonio a Tyler y a Abbilene.

Solo de oir esa frase las rodillas se me aflojaban y el labio inferior temblaba. Me concentré en mi respiración para que fuese normal e ignoré al cura. Sin darme cuenta ya había llegado el ya puede besar a la novia. Me giré rápidamente y apenas le miré. Cuanto antes mejor. Me incliné y posé mis labios sobre los suyos, evitando que sea un beso apasionado y que parezca solo un pico. Me despegué y le vi sonriendo. Cuando nso giramos todos estaban de pie y aplaudiendo. Ojalá todos sintieran lo que siento, asi nadie hubiera estado tan feliz.

La celebración no fue muy larga. Me dedicaba a saludar con cortesía a la gente, a beber zumo de piña con hielo y a huir lo más rápido de Tyler y su padre. Al menos lo pasé mejor que en la ceremonia. Cuando todos los invitados no se podían poner ni de pie, mis padres los echaron amablemente del recinto. Luego Tyler me llevó a casa, habíamos decicido no tener noche de bodas. El creía que aun era muy pronto. Yo creía que nunca lo sería.

-No te puedes quejar eh. Has tenido la mejor boda de todo el pueblo.-dijo mi padre sentándose a mi lado en el sillón.

-Claro, a ti solo te importa la fama. Te da igual que tu hija no quiera a ese hombre ni a tres metros.-dije levantándome.

-No es fama Abbilene, es por el bien de la familia. Ya lo hemos hablado millones de veces.-bebió de la copa de vino.

-Yo también te he hablado de lo que quiero un millón de veces y nunca me haces caso.-dije quitándome los tacones blancos.

-No voy a hablar mas contigo, se nota que aun no has madurado.-dijo encendiendo la tele.

-Tu que sabras si he madurado o no, si quieres mas a tu trabajo que a tu propia hija.-dije tirando al suelo los tacones blancos y yéndome a mi habitación.

Una vez allí me quite bruscamente el traje, rompiendo el escote y arrancando el encaje sin darme cuenta. Pero me daba igual. Por romper un traje de más de 3.000 no iba a ser menos feliz. Ya no había vuelta atrás y eso era lo más que me deprimía. Abrí el armario y me puse una camisa desteñida y larga. Me acomodé el pelo y me senté en el marco de las ventanas. Mirando las estrellas y contándolas como lo solía hacer de pequeña. Entonces sentí como unos brazos cálidos se enrollaban en mis hombros y acababan unidos en forma de abrazo.

-Lo siento pequeña…-dijo con voz dulce y apagada.



-Tu no tienes la culpa mamá.-dije poniendo mi mano encima de la suya. Me encantaba acariciarla. Eran suaves y delicadas. Nos quedamos así, en silencio y mirando las estrellas. En momentos como estos siempre sobran las palabras.

miércoles, 31 de julio de 2013

Capítulo 1.


Caminaba lentamente. Pensaba en como seria mi vida a partir de ahora antes de dar un solo paso. Con cada uno que daba, mi corazón se aceleraba, las pulsaciones eran descontroladas y me provocaban punzadas. Apenas tenía que decir sí y 
habría echado toda mi propia vida por la borda. Tenía ganas de tirar el ramo al suelo con todas mis fuerzas, agarrarme el vestido y echar a correr por donde había venido. Pero ya no había vuelta atrás, no me dejarían irme así como asi. Sentí como mis ojos se humedecían a medida que me acercaba al altar.

Me contuve las lágrimas mirando los bordillos de mi vestido. No podía ver los tacones, el vestido era muy largo. Era precioso. Sencillo. Comenzaba con un escote con mangas caídas, y 
seguía hasta abajo. Era totalmente liso. Mi madre se había puesto a llorar a lágrima viva cuando me probé el vestido en la tienda. Yo también tuve ganas de llorar, pero lamentablemente no por el vestido.

Cerré mis ojos con fuerza, respiré profundamente y alcé la vista. Todos habían acudido. Su familia y la mia. Hasta mis primos de Polonia habían viajado para ver mi boda. Cuando me avisaron tuve ganas de decirles que ahorraran el dinero, que no me iba a casar. Lamentablemente no pude.

Mi padre me esperaba sonriente. Su sonrisa era la misma de siempre. Tensa y forzada, horriblemente marcada por una arrugas en la comisura de los labios. A primera vista, no es que trasmita mucha seguridad. Tendió el brazo y abrió la mano, de modo que yo la tomara. Me fijé en su mirada. Sus ojos pardos tenían una mirada intensa. Como si quisiera decirme: ¿A que esperas? ¡Sube ya! Cogí su mano con delicadeza, evitando el mayor contacto y subí peldaño a peldaño hasta quedar en frente de mi prometido. Quien me lo diría. Dieciseis años y casada, con un hombre al que apenas conozco, al que no amo para nada y al que he visto menos de diez veces. Lo que una tiene que hacer para satisfacer a las necesidades de la familia, especialmente de su padre. Tyler me tendió la mano y yo la acepté. Su boca mostró una sonrisa torcida, como la que solía mostrar siempre…

Cuando no estaba casada y era una adolescente, asistía a los encuentros de mi padre. Siempre se realizaban en un patio interior de unas oficinas empresariales. Acudía mucha gente. Amigos de primos de tios de gente importante. Hablaban de trabajo, de dinero y de lo que solían ser antes de forrarse. Había comida de primera calidad y un servicio contratado. Ahí podías hablar hasta con gente que no conocías, incluso con el servicio. Pero yo me limitaba a saludar desde lejos y escabullirme lo mas rápido posible de cualquier persona y cualquier conversación. Cuando el señor Molins se acercaba con una copa en la mano hacia mi, traté de hacer lo mismo pero mi padre me cogió bruscamente del brazo y me condujo hacia él.

-¡Abbilene! Pero que alegría verte. La ultima vez que te vi, apenas medías más de un metro.-dijo cogiéndome de los hombros. Yo di un respingo, pero él no pareció percatarse. Me agarraba cada vez con más fuerza.- Charles, tienes a toda una mujercita.-sonrió mirando para mi padre y se incorporó dejándome por fin en libertad.

-Pues igual que tu hijo, ya es casi un hombre.-dijo mi padre hablando con un tono alagador.

-Tu lo has dicho, casi. Aunque tenga cuatro años mas que tu niña, son casi de la misma altura y aparentan la misma edad. ¿Sera cierto eso de que las mujeres maduran antes que los hombres?-dijo riendo a carcajadas y salpicándonos a mi padre y a mi con su asquerosa saliva.

-¡Sera eso!-dijo mi padre imitándole patéticamente la carcajada.

Mientras los hombres reían tontamente y ya sin saber por que, se nos acercó un muchacho. Era de mi altura, aunque me pasaba cuatro o cinco dedos de la mano. Tenía el cabelludo abundante y rizado. Sus adorables rizos le caían hasta la orejas y eran de un color naranja rojizo muy suave. Su sonrisa acababa en dos adorables hoyuelos en sus mejillas que estaban cubiertas de pecas. Era el típico niño que lo veias y decías: ¡Está para comérselo! Las risas se detuvieron cuando el niño se acercó. La torpe carcajada del padre se sustituyó por una tierna sonrisa cuando llegó su hijo.

-Hablando de él… Este es mi hijo Tyler, Abbilene. Os llevareis estupendamente, ¿Por qué no vas a jugar al escondite o a algo?-dijo distraído queriéndose deshacer de su hijo.

-Como tu digas, papá.-dijo el niño resoplando con una voz dulce y fina. Torció la cabeza para que le siguiera y asi hice, desconfiada.

-Esta fiesta es un coñaso ¿no crees?-dijo caminando rápido hacia no sé donde.

-Sí.-dije jadeando por que me costaba seguirle las grandes zancadas.

Fue reduciendo la marcha mientras nos acercábamos al paterre que había al lado del patio. El niño se sentó debajo de un árbol y yo hice lo mismo. Sacó de su bolsillo un tirachinas y un botecito que parecía contener chile. ¿Para que querría eso? Me miró y torció una sonrisa malvada.



-Ya verás como nos vamos a divertir…